PONGAMOS ROBLEDO EN VALOR (14):
LOS
BOLILLOS, EL ARTE QUE ATRAPA
El origen del encaje de bolillos en el mundo es un enigma, todo un misterio. En Robledo se intuye que viene de siglos atrás por la existencia de reliquias familiares heredadas y adornadas con este tipo de encaje.
Antes de contar lo que
conocemos de la historia de los bolillos en Robledo daremos a conocer cuáles
son los materiales fundamentales para hacer el encaje, y así poder entender y
apreciar mejor esta delicada labor.
Almohadilla o Mundillo.-
Cojín sobre el que se trabaja.
Alfileres.- Con cabeza de cristal y normales con los que
fijar el hilo en el picado sobre la almohadilla.
Picado.- Lámina de cartulina con el diseño elegido que
se sujeta a la almohadilla con los alfileres.
Acerico.- Pequeña almohadilla donde se pinchan los
alfileres para tenerlos a mano durante el trabajo o una vez finalizado este.
Hilo.- De algodón, lino, seda, etc. de diferentes
calibres y colores.
Bolillos.- Palitos de madera de diferentes calidades
donde se coloca el hilo. Constan de tres
partes, la caja donde se enrolla el hilo, la cabeza donde se sujeta el hilo y
el mango por donde lo coge la encajera.
Existen muchos más materiales, pero con estos, con paciencia y destreza, se
hacen encajes de una riqueza sorprendente.
La técnica consiste en
entretejer los hilos enrollados en los pares de bolillos. Conforme se hacen
giros y cruces, se avanza en la labor sujetando el tejido a la almohadilla con
los alfileres según marca el diseño del picado.
Y girando y cruzando empezó
a tejer Marujina (María García Milla Vega), una robledana que nos confiesa
tener más de ochenta años, y que a los catorce hizo su primer ajuar de bolillos
para una joven casadera. Tendría unos
diez años cuando una de “Las Claudias”, unas hermanas muy conocidas que tenían
una tienda de ultramarinos, le enseñaron a hacer bolillos. Nos cuenta que como en aquellos tiempos no
había tele, ni discotecas, junto a vecinas como Alicia León y Marina Estévez,
Marujina pasaba las tardes haciendo puntilla con la almohadilla que con paja de
centeno y una sábana teñida le hizo su tía.
Tarde tras tarde, sentada en una silla de enea que aún conserva,
aprendía torchón, lienzo, arañas de demás puntos.
Esta labor le apasionaba y
continuó aprendiendo con María la Torresna (María González Moreno).
¿Quién no recuerda a María
en la puerta de su casa haciendo bolillos? Todo el que pasaba se maravillaba
observando la destreza con la que sus dedos movían los bolillos haciéndolos
cantar. Era entretenidísimo admirar como
con alfileres, hilo, bolillos, gusto y maestría ella interpretaba los picados
confeccionando verdaderas obras de arte.
Por aquellos años los hilos utilizados eran de algodón de la famosa marca Herradura en tres colores: blanco, negro y beige. Algunos de los encajes elaborados se destinaban a adornar sábanas, toallas y prendas de vestir, otros para embellecer paños para la iglesia o pañuelos ofrendados a Vírgenes y Santos venerados en Robledo. También y como no, estas puntillas se utilizaban, y se siguen utilizando a día de hoy, para adornar los pololos, enaguas, blusas y delantales de nuestro traje regional enriqueciéndolo y haciéndolo único.
Allá por los años 90 se
abrió en Robledo una tienda de labores regentada por Marina Crego y allí se
retomó el uso de los bolillos que por un tiempo habían estado un poco olvidados.
Poco después y por iniciativa municipal, un grupo de mujeres asistieron a un
cursillo subvencionado de aprendizaje de bolillos donde se las obsequió con un
mundillo y varios pares de bolillos. Al
comprobar el éxito obtenido, el Ayuntamiento, siempre partidario de conservar
esta tradición, prestó un aula de las conocidas Antiguas Escuelas para seguir
practicando y aprendiendo. Durante los
primeros años las clases fueron impartidas por Carmen Jaramago Maqueda y Marina
Crego Gragera. Al construir el Centro
Cultural y Deportivo El Lisadero las clases se trasladaron allí por contar con
un aula con una luz y unas vistas increíbles para inspirarse y hacer labor.
Cada miércoles de 16.00 a
19.00 horas en el Centro Cultural y Deportivo El Lisadero, bajo las
instrucciones y entusiasmo de Marina, el grupo de “bolilleras” se da cita dando
testimonio extraordinario de supervivencia de este arte popular que con
paciencia infinita hará que los bolillos perduren en el tiempo.
Esther
Caro Calera
Grupo
de Bolilleras de Robledo de Chavela
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