lunes, septiembre 21, 2020

PONGAMOS ROBLEDO EN VALOR (14): Los bolillos, el arte que atrapa

 

 




 

PONGAMOS ROBLEDO EN VALOR  (14):

LOS BOLILLOS, EL ARTE QUE ATRAPA

 


El origen del encaje de bolillos en el mundo es un enigma, todo un misterio.  En Robledo se intuye que viene de siglos atrás por la existencia de reliquias familiares heredadas y adornadas con este tipo de encaje.

Antes de contar lo que conocemos de la historia de los bolillos en Robledo daremos a conocer cuáles son los materiales fundamentales para hacer el encaje, y así poder entender y apreciar mejor esta delicada labor.

Almohadilla o Mundillo.- Cojín sobre el que se trabaja.

Alfileres.-  Con cabeza de cristal y normales con los que fijar el hilo en el picado sobre la almohadilla.

Picado.-  Lámina de cartulina con el diseño elegido que se sujeta a la almohadilla con los alfileres.

Acerico.-  Pequeña almohadilla donde se pinchan los alfileres para tenerlos a mano durante el trabajo o una vez finalizado este.

Hilo.-  De algodón, lino, seda, etc. de diferentes calibres y colores.

Bolillos.-  Palitos de madera de diferentes calidades donde se coloca el hilo.  Constan de tres partes, la caja donde se enrolla el hilo, la cabeza donde se sujeta el hilo y el mango por donde lo coge la encajera.

Existen muchos más materiales, pero con estos, con paciencia y destreza, se


hacen encajes de una riqueza sorprendente.

La técnica consiste en entretejer los hilos enrollados en los pares de bolillos. Conforme se hacen giros y cruces, se avanza en la labor sujetando el tejido a la almohadilla con los alfileres según marca el diseño del picado. 

Y girando y cruzando empezó a tejer Marujina (María García Milla Vega), una robledana que nos confiesa tener más de ochenta años, y que a los catorce hizo su primer ajuar de bolillos para una joven casadera.  Tendría unos diez años cuando una de “Las Claudias”, unas hermanas muy conocidas que tenían una tienda de ultramarinos, le enseñaron a hacer bolillos.  Nos cuenta que como en aquellos tiempos no había tele, ni discotecas, junto a vecinas como Alicia León y Marina Estévez, Marujina pasaba las tardes haciendo puntilla con la almohadilla que con paja de centeno y una sábana teñida le hizo su tía.  Tarde tras tarde, sentada en una silla de enea que aún conserva, aprendía torchón, lienzo, arañas de demás puntos.

Esta labor le apasionaba y continuó aprendiendo con María la Torresna (María González Moreno).

¿Quién no recuerda a María en la puerta de su casa haciendo bolillos? Todo el que pasaba se maravillaba observando la destreza con la que sus dedos movían los bolillos haciéndolos cantar.  Era entretenidísimo admirar como con alfileres, hilo, bolillos, gusto y maestría ella interpretaba los picados confeccionando verdaderas obras de arte.

Por aquellos años los hilos utilizados eran de algodón de la famosa marca  Herradura en tres colores: blanco, negro y beige.  Algunos de los encajes elaborados se destinaban a adornar sábanas, toallas y prendas de vestir, otros para embellecer paños para la iglesia o pañuelos ofrendados a Vírgenes y Santos venerados en Robledo. También y como no, estas puntillas se utilizaban, y se siguen utilizando a día de hoy, para adornar los pololos, enaguas, blusas y delantales de nuestro traje regional enriqueciéndolo y haciéndolo único.


Allá por los años 90 se abrió en Robledo una tienda de labores regentada por Marina Crego y allí se retomó el uso de los bolillos que por un tiempo habían estado un poco olvidados. Poco después y por iniciativa municipal, un grupo de mujeres asistieron a un cursillo subvencionado de aprendizaje de bolillos donde se las obsequió con un mundillo y varios pares de bolillos.  Al comprobar el éxito obtenido, el Ayuntamiento, siempre partidario de conservar esta tradición, prestó un aula de las conocidas Antiguas Escuelas para seguir practicando y aprendiendo.  Durante los primeros años las clases fueron impartidas por Carmen Jaramago Maqueda y Marina Crego Gragera.  Al construir el Centro Cultural y Deportivo El Lisadero las clases se trasladaron allí por contar con un aula con una luz y unas vistas increíbles para inspirarse y hacer labor.


Actualmente Robledo cuenta con un grupo de unas 25 “bolilleras”, qué en colaboración con el Ayuntamiento y con la intención de mantener y fomentar esta tradición, anualmente organiza un Encuentro de Bolillos que en 2019 celebró su XVII Edición.  Es una técnica ancestral que no pasa de moda, tanto es así que en las dos últimas ediciones se reunieron en nuestro municipio alrededor de 250 encajeras. En los últimos encuentros se introdujeron clases magistrales impartidas por reconocidas maestras del encaje completando el aforo. En estos encuentros se dan a conocer las novedades tanto en materiales como en diseños, brindándonos la oportunidad de adquirir todo el material necesario, y sobre todo de pasar el día con amigas de otros municipios que siempre nos honran con su participación.  Tanto si lo practicas o no, es muy vistoso ver como se trabaja y comprobar como un arte tan popular se ha modernizado con coloridos hilos de rayón, seda, bambú, metal, etc. creando un sinfín de preciosidades como abanicos, ligas, bolsos, broches, pulseras, rosarios, chales y todo lo que puedas imaginar con un resultado de exquisita delicadeza y gran valor.

Cada miércoles de 16.00 a 19.00 horas en el Centro Cultural y Deportivo El Lisadero, bajo las instrucciones y entusiasmo de Marina, el grupo de “bolilleras” se da cita dando testimonio extraordinario de supervivencia de este arte popular que con paciencia infinita hará que los bolillos perduren en el tiempo.

Esther Caro Calera

Grupo de Bolilleras de Robledo de Chavela



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