domingo, octubre 06, 2024

Cultura y deporte. Dragones Cycling hacen la "RUTA NIDO DE LOS DRAGONES": Robledo de Chavela, Villa del Prado y Villalvilla (Madrid)

 


Dragones Cycling vuelve a unir la cultura y el deporte, en este caso, a la ya tradicional "La Histórica del Sexmo" que une Robledo de Chavela con Segovia, se une esta nueva "Ruta nido de los dragones" que une los tres municipios de la Comunidad de Madrid que están "custodiados" por estos monstruos desde la edad media.

Recogemos a continuación una galería fotográfica de la experiencia agradeciendo al grupo deportivo "Dragones Cycling" de Robledo de Chavela el esfuerzo por patrocinar nuestro patrimonio y vincularlo a otros municipios, así como dos artículos sobre los dragones de los tres municipios.

Ruta del día 5: Robledo, Pelayos de la Presa, Villa del Prado, Aldea del Fresno, Navalcarnero, El Álamo, Griñón, Batres, San Martín de la Vega, Campo Real, Villalvilla, Alcalá de Henares. 182 Km; 1980m de desnivel.


Ruta del día 6:
Alcalá de Henares, Daganzo, Cobeña, Fuente del Saz, El Vellón, Guadalix, Becerril, Guadarrama, San Lorenzo y Robledo de Chavela. 133 Km; 1587m de desnivel.









  

Iglesia parroquial de la Asunción de Nuestra Señora de Robledo de Chavela









Iglesia parroquial de Santiago Apóstol de Villa del Prado









Iglesia de la Asunción de Nuestra Señora de Villalvilla








Llegada a Robledo de Chavela






Recogemos aquí parte de dos artículos que Miguel Díaz Martín publicó el pasado 18 de agosto y el 3 de marzo de este año en El Confidencial, en el que hacía referencias a los dragones de Robledo de Chavela, Villa del Prado y Villalvilla.

 “Templos futuristas, dragones e ingenierías imposibles: lo mejor de la arquitectura de Madrid”

Disponible

 en: https://blogs.elconfidencial.com/espana/madrid/caminemos-madrid/2024-08-18/templos-futuristas-dragones-ingenierias-imposibles_3938210/

 

Si te has saltado alguno de los descubrimientos que ofrece Caminemos Madrid, no te preocupes. Tanto si eliges playa o montaña como si te quedas en la ciudad, hemos preparado para ti una selección con las mejores historias sobre arquitectura y patrimonio de esta temporada. Una recopilación que puedes leer a ratos – mientras te relajas y descansas – o de un tirón durante tu siguiente trayecto por carretera, barco o avión.

Prepara algo refrescante, acomódate en el asiento y disfruta, porque empezamos nuestra particular recomendación del editor por unos templos como nunca habías visto.

Las iglesias llenas de dragones de Villalvilla, Robledo de Chavela y Villa del Prado son nuestro primer hito. El lector habitual recordará que las visitamos a comienzo de año. Para los que acaban de llegar, recordamos las sierpes y las lenguas de fuego que se deslizan por las nervaduras de bóvedas levantadas hace siglos, un tesoro oculto hasta hace muy poco y recuperado para sorpresa de todos.

Por si las iglesias que los albergan – que van desde el románico al gótico tardío y a lo renacentista – no tuvieran suficiente atractivo por sí solas, los animales mitológicos que las custodian les confieren un atractivo sobrenatural único en toda la Comunidad de Madrid.

Y aunque desconocemos a los autores de estos saurios escamosos, sí sabemos quienes fueron sus patrocinadores: la Casa de los Mendoza, nobles vinculados a los Reyes Católicos que ostentaron el Ducado del Infantado y, con ello, de multitud de posesiones como villas, iglesias y hectáreas de tierras de labor.

 

“Aquí también hay dragones: las iglesias que custodian esta rareza del patrimonio madrileño”

 

Disponible en:

https://blogs.elconfidencial.com/espana/madrid/caminemos-madrid/2024-03-03/increible-ruta-dragones-del-madrid-medieval_3840867/

 

Tres iglesias de la región custodian un tesoro gótico medieval hecho a base de sibilantes cabezas de dragón y cuerpos trufados de escamas, recuerdos de cuando Madrid y Barcelona eran dominadas por lenguas de fuego”.

Entre los secretos del Madrid actual hay uno que se remonta al fin de la Edad Media. Estamos en el siglo XV. La Reconquista ha terminado y el poder de las órdenes militares religiosas decae en todo el Reino de Castilla. En su lugar, florecen nobles e hidalgos vinculados a la Corona, que litigan desde sus fortalezas madrileñas por los dominios arrebatados al moro. En este escenario, una familia vinculará su nombre para siempre con el patrimonio histórico-artístico de Madrid. Ellos son la poderosa Casa de los Mendoza, a quienes los Reyes Católicos han otorgado en gracia el Ducado del Infantado; su legado será la mayor representación de dragones medievales de nuestro territorio.


Salimos a su encuentro por caminos polvorientos hasta llegar a la Vega del Henares. En la pequeña aldea de Villalbilla, al sur de Alcalá, los Mendoza patrocinan la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción (siglos XV-XVI), un templo gótico de planta rectangular con triple nave de sillería, torre mudéjar en ladrillo y piedra y coro en alto sustentado por tres arcos.

Accedemos a la misma bien por la base de la nave, decorada con una portada renacentista bajo un rosetón de piedra, bien por la de la nave de la epístola, precedida de un atrio que antecede a una entrada plateresca. Una vez dentro, alzamos la vista sobre las estrelladas bóvedas de crucería del presbiterio, donde los Mendoza han insertado su escudo nobiliario flanqueado de motivos flamígeros o “colas de dragón”. Su grandeza queda registrada con una singular policromía de lenguas de fuego azules y rojas. Acompañan a estas la Cruz de Jerusalén y el escudo de la Casa de los Figueroa, emparentados ambos con los Mendoza, como recoge la obra La pintura mural en la Comunidad de Madrid.

Pero los nobles son de natural inconformista. Así lo van a demostrar en el extremo opuesto de la región, sobre las estribaciones de la Sierra Oeste que enlazan Guadarrama con las moles graníticas de Gredos. Será en la monumental Iglesia de la Asunción de Robledo de Chavela donde el visitante empequeñecerá de verdad ante un cielo lleno de dragones.


Si el propio templo, levantado sobre uno románico del siglo XIII y rematado con contrafuertes coronados por torretas, ya sobrecoge, son sus bóvedas las que dejan mudo. Encabalgados a ambos lados de las nervaduras góticas del presbiterio, casi 80 saurios mitológicos en colores rojo, negro, verde y ocre muestran fauces de afiladísimos incisivos, brillantes y pulidas escamas, orejas puntiagudas, lacerantes espinas y ojos que escupen llamas. Dragones protegiendo una iglesia, sierpes conjurando un mal cuya representación, por extraño que nos parezca, habría sido común a lo largo de la Edad Media, de acuerdo a los especialistas de la Dirección General de Patrimonio Histórico.

Sentados en la nave, las escamosas furias nos observan desde las alturas. Su valor no tiene parangón por su detalle, variedad cromática y posición en el eje axial de las nervaduras. Cuesta pensar que estuvieran perdidos prácticamente desde el siglo XVIII hasta nuestros días, cuando las dificultades de conservación y el cambio en los gustos los ocultó bajo una capa blanca. No fue hasta la rehabilitación de la iglesia por parte de la Comunidad de Madrid cuando el minucioso proceso de investigación (realizado mediante catas) reveló que los dragones “dormían bajo la cal”, como escribiría el maestro de periodistas Rafael Fraguas.

Sierpes y máscaras en Villa del Prado

Tomando ahora la ruta de la Reconquista hacia el sur, llegaremos a las tierras de Villa del Prado. En esta ubicación, los Mendoza administraron a un señorío orillas del río Alberche cuyas fecundas huertas siguen alimentando a Madrid en la actualidad.




En la plaza de la localidad se alza la Iglesia Parroquial de Santiago Apóstol. Su desproporcionada torre de planta cuadrada, la Torre de Tolosa, llama nuestra atención por su triple cuerpo y su chapitel restaurado de plomo y pizarra, que cumple la función de pararrayos. Doscientos años atrás, la torre ya habría actuado de paramento cuando, celebrándose el entierro de un suicida (una ceremonia prohibida en suelo sagrado), esta quedó dañada al atrapar un rayo que habría incendiado por completo el templo, según se relata en Ángeles y dragones: La restauración de la Iglesia de Villa del Prado.

Pero es en el interior donde nuestras fantásticas criaturas vuelven a manifestarse. Las puertas laterales, de arcos superpuestos (conopiales rebajados con decoraciones de bolas isabelinas), dan acceso a una nave de sillería con capillas abiertas entre los contrafuertes. Agazapadas en dos tipos de bóvedas nervadas, aparecen las bestias, que se despliegan sobre el altar y tras el coro en colores anaranjados, verdes y grises. Los acompañan máscaras de grandes fauces y el escudo de los señores de Mendoza, representado en franjas rojas sobre campo verde.

Son estos dragones coetáneos en fecha y estilo a los de Robledo de Chavela. Aquí no es su número, sino su relación con el resto de obras del templo, lo que aumenta su importancia, pues la iglesia cabalga entre el gótico tardío medieval y el Renacimiento. En sus muros, caminando junto a la pila bautismal, encontramos desde ricos trampantojos cuatrocentistas con representaciones vegetales, a un clásico pantocrátor, una figura del león de San Marcos, unos desnudos Adán y Eva y un Santiago Matamoros cuyo cuerpo decapitado, según reza la tradición cristiana, amansó a los dragones durante su traslación desde Jerusalén hasta Galicia.

Miguel Díaz Martín

El Confidencial

(Las negritas cursivas y comillas son del autor)


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