El Día del Judas en Robledo de Chavela
El Judas es un muñeco que los quintos hacen y disfrazan del personaje que haya sido más popular durante el año; se ata a un pino de gran altura (motivo de competición entre las quintas de años sucesivos) y se acompaña de cántaros que se cuelgan en cruz en lo alto del tronco; antiguamente en ellos se introducían animales que caían al vacío al ser apedreados a la voz de:
¿Quién te mató?
¡Aquél!
¡A pedradas con él!
¿En la actualidad se ha conseguido cambiar esa costumbre cambiándolos por caramelos y confeti, momento en el que se produce el encuentro de Jesucristo resucitado con la Virgen María. A mediodía, los quintos se reúnen a comer los tradicionales corderos o cabritos.
(V. Página de Ocio y Turismo de Robledo de Chavela y la página dedicada al tema de la revista digital La Almenara).
En el largo tronco donde se cuelga al Judas se ponen carteles satíricos que hacen referencia a la situación política y social del momento. Esta fiesta se celebra ante las imágenes de la Virgen y de Cristo resucitado, y el apedreamiento comienza en el momento en que esas dos tallas se juntan en la Plaza. La imagen de la Virgen ha sido previamente "desvelada" antes de acercarla a la de Jesús (2). La fiesta enlaza igualmente con los antiguos ritos de iniciación de la adolescencia (aunque pospuesta a la edad en que los jóvenes ya son "quintos"), como la fiesta de la Hoguera de los Quintos, también organizada por los jóvenes en Robledo de Chavela. Esta antigua tradición se cree que comenzó con los inicios de la Villa (3).
Confección del muñeco
La colocación del
muñeco
La ceremonia empieza la noche de Sábado Santo,
celebrando la Misa Pascual. Los quintos y sus familias asisten a la misa, y, al salir de la misma, comienza, ese sábado por la noche, la colocación del muñeco, al lado del Ayuntamiento, en la plaza del pueblo. El año 2004 fue la primera vez en toda la historia de la fiesta en que su celebración tuvo lugar fuera del lugar de costumbre, debido a las obras del aparcamiento subterráneo que se estaban realizando en ese momento bajo la plaza.
Los padres de los quintos, ayudan a colocar, en un extremo del pino, el muñeco y la base para las vasijas. Según la tradición, esta base debe ser muy consistente, puesto que, en el interior, las vasijas guardarán muchas sorpresas: caramelos, vino, queso, agua y confetis.
Una vez colocado todo, comienza la parte más delicada: se enganchan fuertemente por la parte superior del pino unas cinco maromas, de las que tiran todos: hombres, mujeres, visitantes que acuden a ver la fiesta. Al mando de una única voz que grita "arriba" el palo se va elevando poco a poco, pues, si se hace bruscamente, se puede ir hacia una lado y provocar un accidente entre el público que acude a verlo, además acabar con el trabajo que han realizado los quintos durante los meses previos. Si se rompe tienen que improvisar otro rápidamente, pues la fiesta ha de celebrarse. Una vez que se ha subido y colocado bien y de una forma segura, el muñeco queda suspendido en el aire.
La Ronda
La ronda dura hasta las 9 de la mañana. Desde esa hora, y hasta las once y media, descansan e invitan a un trozo de torta de anís a todos los transeúntes que pasen por la plaza, como gesto de hospitalidad y amistad. Estos, a cambio, tendrán que darles un donativo para la comida y la cena (4). A las once y media los quintos se sitúan junto a tres montones de piedras de río puestas delante del Judas.
El apedreamiento
Uno de los quintos preguntar a la imagen del Cristo: "¿Quién te mato?" Otro, que representa la voz del mismo Jesús responde: "¡Aquél!", señalando al muñeco, y todos los jóvenes, a una, dicen: "pues a pedradas con él..." Tras esa señal, empieza a sonar el Himno Nacional y, los quintos comienzan a tirar piedras al muñeco para romper las vasijas y enseñar al público lo que éstas contienen. Una vez rotas todas las vasijas (lo que puede llevar un gran rato), todos, en procesión acuden a Misa de Resurrección.
Origen y simbología de
la fiesta
Carmen Iglesias (5) nos describe de esta forma la
simbología
de esta tradición:
En el Judas encontramos superpuestos, y posteriormente adoptados y transformados por la Iglesia Católica el rito de el Mayo en definitiva la colocación en el centro del pueblo, de un palo lo más alto posible que, como y con fertilidad para las mujeres, no en vano coincide esta celebración con el fin del invierno y el albor de la primavera, época del renacer de la vida y de la fertilidad.
Pero además unido a esto, encontramos el acto de apedrear a un muñeco, antiguamente podía ser un animal o incluso personas, como símbolo de alejamiento de los malos espíritus, en definitiva como rito exhorcista para expulsar el mal de la comunidad.
Por último, fiesta de rito de iniciación. Los jóvenes se incorporan al mundo de los adultos tras pasar determinadas pruebas y demostrar habilidades, tanto fuerza como destreza. Tras ello, y en medio del reconocimiento público quieren ser admitidos a ese mundo antes citado. En todo ello tendría origen remoto la fiesta que estudiamos y que sin duda obedece a motivaciones bien distintas, consecuencia tanto del paso de los siglos, como de la transformación de la realidad social y cultural de nuestros pueblos.
Carmen Iglesias
(La Seño)
Notas
(1) Vid. A. Zafra y G. Boneque, «La quema de Judas remata la
semana de procesiones», El País, 31 de marzo de 1997.
Vid. también: Arantxa G. De Sola, «Pasiones vivientes para empezar,
jamones para terminar», El País, 26 de marzo de 1997.
Vid. también: Vicente G. Olaya, «Cristo y Mad Max», El País,
9 de abril de 1995.
(2) El rito de "desvelamiento" de la imagen de la
Virgen, es decir, de quitarle el paño con el que previamente ha sido tapada, es
frecuente en otras muchas celebraciones de España, en particular en las
referidas a la Semana Santa
(3) V. Carmen Iglesias, «El Judas de Robledo de Chavela», La Almenara.
(4) La torta de anís antiguamente se cocía en casa y se
empapaba de orujo, también casero.
(5) V. Carmen Iglesias Op. Cit.